Todo surgió en un momento, sin que pudiera esperármelo. Me dispongo a ir un fin de semana a una acampada de las que denominan “de aventura”. Por lo tanto, me proponen sin consejo alguno, que guarde en la ya abultada mochila alguna linterna para iluminación y, también muy importante, para señalización.  Sin dudarlo contacto, como es habitual, con mi consejero y como siempre me hace algunas preguntas y me da un consejo practico de inicio:

Sin lugar a dudas quería una forma sencilla de iluminar una estancia de manera especial, con no demasiado desembolso de dinero y con efectividad tanto en la iluminación como que fuera algo exótico en la forma decorativa.

Me recomendaron unas regletas “led” que parecen tubos fluorescentes de la vieja usanza, pero con la particularidad de contener una fácil instalación en cualquier lugar y sencillez en sus conexiones.

Es un auténtico fastidio desde luego, después de realizar la compra de una lámpara o bombilla con tecnología Led, que a los pocos días e incluso horas dejen de funcionar por causas que desconocemos.

No pretendo entrar en tecnicismos complicados, simplemente intentaré acercar lo que realmente suele suceder cuando una de estas lámparas agota su vida anticipadamente.